Por David Alomoto
El debut de Jeremy Arévalo con la Selección Ecuatoriana de Fútbol en el reciente amistoso contra Canadá dejó una sensación de decepción, especialmente para aquellos que esperaban ver en acción a la joven promesa del Racing de Santander. El volante ofensivo, que eligió a La Tri sobre España, solo fue enviado al campo en los últimos compases del encuentro. Su participación se limitó a cinco minutos, un tiempo sumamente corto que apenas le permitió entrar en contacto con el juego.
La frustración por el escaso tiempo de juego se ve amplificada al analizar la estadística de su interacción con el balón. Durante esos cinco minutos, el registro de toques fue mínimo, evidenciando lo difícil que es para un jugador integrarse a un partido ya en curso y bajo la alta presión del tramo final. Específicamente, Jeremy Arévalo solo tocó el balón una vez en el breve periodo que estuvo en el terreno de juego, lo que subraya su nula incidencia en el desarrollo del partido.
Lamentablemente, esa única intervención no fue positiva. Al recibir el balón y buscar proyectarse o generar una jugada ofensiva, Arévalo perdió la posesión ante un defensor canadiense. Este hecho puntual, aunque anecdótico por el poco tiempo jugado, es un golpe duro en términos de confianza para un debutante. Un jugador joven que ingresa con la necesidad de demostrar su valía requiere un inicio limpio que le permita ganar ritmo.
Esta mínima participación, sin éxito en la única acción que intentó, da la razón a las críticas de la prensa española, que ya había señalado la insuficiencia de los minutos otorgados a "El Chaval". Un jugador de las características de Arévalo, cuyo potencial reside en la habilidad y el desequilibrio ofensivo, necesita más que cinco minutos para calentar, recibir el balón en una posición favorable y mostrar su talento.
La decisión de Sebastián Beccacece de usar a Arévalo solo al final sugiere que el técnico priorizó la experiencia y la conservación del resultado, relegando la experimentación. Sin embargo, no darle tiempo suficiente a un jugador que se formó en Europa y que rechazó a otra selección es una oportunidad perdida para que el cuerpo técnico evalúe su capacidad de adaptación y su potencial real bajo presión.
El debut de Jeremy Arévalo fue un destello fugaz que duró solo cinco minutos y se tradujo en un único toque de balón que, además, terminó en pérdida. Esta mínima y frustrante participación deja al joven volante con la deuda de demostrar por qué eligió a Ecuador y obliga a Beccacece a reconsiderar su estrategia, esperando que en el próximo cotejo le brinde la oportunidad real de mostrar sus habilidades.
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