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El jugador de Liga de Quito que rompió en llanto luego de la dolorosa eliminación ante Palmeiras en Libertadores

El duro golpe a los albos porque estaban a 90 minutos de una nueva final de Libertadores

Por David Alomoto

Liga de Quito-Palmeiras / Foto: Fútbolred
Liga de Quito-Palmeiras / Foto: Fútbolred

La remontada histórica de Palmeiras sobre LDU en la semifinal de vuelta de la Copa Libertadores, con un contundente 4-0 en el Allianz Parque que revertió el 3-0 de la ida, dejó una de las imágenes más emotivas y desoladoras del torneo. La magnitud de la derrota y la pérdida de una ventaja tan considerable se hicieron patentes en el rostro y las lágrimas de uno de los jugadores más experimentados del cuadro ecuatoriano: Leonel Quiñónez.

El lateral izquierdo, un referente en el esquema táctico de Tiago Nunes, sintió el peso de la eliminación tan pronto como sonó el pitazo final. Luego de un partido épico para Palmeiras que se selló con un 4-0, el sueño de la final se desvaneció. Quiñónez, que había sido fundamental en la victoria de la ida con su despliegue y potencia ofensiva, fue uno de los que más sufrió el asedio brasileño en la vuelta, y el desenlace fue un golpe demoledor a sus aspiraciones de volver a una final continental.

Mientras los jugadores de Palmeiras explotaban de euforia por la remontada histórica, el panorama para LDU era de incredulidad y dolor. Fue en ese momento cuando la cámara se centró en Quiñónez, quien se desplomó sobre el césped. La frustración y la tristeza por no haber podido defender la ventaja acumulada en Quito se tradujeron en una escena de profunda vulnerabilidad, donde el lateral se puso a llorar de manera desconsolada, sin intentar ocultar el quiebre emocional.

Leonel Quiñónez, conocido por su garra y entrega en el campo, encarnó la desilusión de todo el equipo y la afición. Sus lágrimas no eran solo por la derrota, sino por la forma en que se produjo la eliminación: tras haber acariciado la final con una goleada en la ida. Se había jugado el todo por el todo, y ver cómo el boleto a la final se escapaba de manera tan cruel, tras cuatro goles encajados, fue una carga emocional que el jugador no pudo procesar en pie.

Ante la dramática imagen de su jugador tendido y llorando, el técnico Tiago Nunes dejó de lado su análisis táctico y se dirigió directamente hacia él. El entrenador brasileño, que había forjado un fuerte vínculo con su plantel, entendió que ese era un momento de soporte humano más que de corrección deportiva. Su gesto fue el de un líder que asume la responsabilidad y protege a sus hombres en la derrota más amarga.

Nunes se inclinó, rodeó a Quiñónez con sus brazos y lo levantó del césped. El gesto no fue solo para consolar, sino para mostrar que, a pesar de la eliminación y el dolor, la lucha y el compañerismo permanecían intactos. La imagen del técnico abrazando y susurrando palabras de aliento al jugador desconsolado se convirtió en el símbolo de la comunión entre el plantel y el cuerpo técnico, un acto de consuelo que ayudó a Quiñónez a reincorporarse y abandonar el campo con dignidad.


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